Se limpian todas las superficies para eliminar polvo, grasa y restos de suciedad que puedan afectar la adherencia de la pintura.
Se lija la pintura original o se elimina completamente si es necesario, dejando la superficie lista para aplicar imprimación.
Se corrigen golpes, rayaduras o grietas con masilla específica para plásticos o metal, según el material.
Se aplica una capa de imprimación para mejorar la adherencia de la pintura y uniformar la superficie.
Se aplica la pintura en capas finas y uniformes, según el color y acabado deseado (mate, brillante, metalizado, etc.).
Se sella la pintura con un barniz transparente que aporta brillo y resistencia frente a agentes externos.
Las piezas se secan en una cabina especializada que garantiza un curado rápido y sin impurezas.