Se retiran las ruedas del vehículo para acceder completamente a las pinzas de freno.
Se limpian las pinzas a fondo con productos desengrasantes para eliminar suciedad, polvo de freno y grasa.
Se cubren discos, latiguillos, sensores y otras partes cercanas para evitar salpicaduras de pintura.
Se lija la superficie de las pinzas para mejorar la adherencia de la pintura.
Se aplica una imprimación resistente al calor en caso de superficies especialmente difíciles o muy desgastadas.
Se aplica la pintura específica para altas temperaturas en capas uniformes, eligiendo el color deseado (rojo, amarillo, negro, etc.).
Se deja secar la pintura durante el tiempo recomendado, asegurando un curado resistente al calor y a la fricción.
Una vez secas, se vuelven a montar las ruedas con cuidado, evitando dañar el acabado.
Se revisa el resultado para asegurar un acabado limpio, uniforme y duradero.